19/2/09

La muerte ataca en New York (Breeders, 1986)

Receta para cocinar una pelicula ochentera como Breeders: chicas de raros peinados que no tengan vergüenza en el amplio sentido de la palabra, música anticlimax a golpe de sintetizadores, argumento que roza el surrealismo más violento, y un extraterrestre de ojos saltones que busca lo mismo que la platea masculina: sexo (y del fácil).

En New York se están sucediendo violaciones de extrañas características. Los agresores siempre son personas diferentes y no hay rastros de semen en los cuerpos: apenas una sustancia viscosa y negruzca de origen desconocido. Como dato extra, la doctora del hospital central descubre que las ondas cerebrales de las víctimas no son normales. Ah, y que todas son...vírgenes.

Chicas de su casa que mantienen a sus novios a raya o que simplemente odian al género masculino, pero que mantienen sus valores de casta moralidad cristiana bien altos... hasta que se quedan a solas en una habitación. Drogas de por medio, estas niñas de veintipico pierden la ropa más rápido que Jenna Jameson. Con la diferencia de que los envases de las muchachas distan mucho del cuerpo (recauchutado) de la blonda pornostar.

Las chicas sólo quieren desnudarse

La doctora no estará sola. La ayudará el detective Andreoti, más preocupado por obtener la agenda telefónica de un gay que llevaba al extraterrestre dentro, que por solucionar el enigma de los crímenes. El diálogo que mantiene con la madre del muchacho no tiene desperdicio:

Madre: ¿Porqué no ha venido nadie antes?
Detective:¿Sabe usted algo?
Madre: Sé que mi hijo ha desaparecido. ¿Han averiguado ustedes algo?
Detective: Pero...¿qué quiere decir?
Madre: Que si han averiguado algo sobre mi hijo
Detective: Eso es lo que yo he venido a preguntarle
Madre: ¡Pero si fuí yo quien llamó...!

La lujuriosa criatura acaba de comerse una virgen...

Irrumpiendo mágicamente en escena (nunca sabemos cómo se las ingenia para pasar desapercibido en cuartos diminutos) el monstruo irá reclutando vírgenes que serán internadas en el hospital de la doctora (virgen ella), y cuidadas por una enfermera (exacto, que tampoco conoció hombre). El hospital, para cerrar el círculo, coincide con la entrada a los túneles que sirven de guarida del ET.

Aunque alguno que otro efecto está bien resuelto, no ocurre lo mismo con el monstruo de ojos luminosos: resulta cuanto menos desconcertante que se vean claramente los guantes y las botas que viste el actor y que deberían pasar por garras y pies extraterrenos.

...y reserva a las demás en su exclusivo jacuzzi extraterrestre

Esta joya del sinsentido fílmico me ha dejado varias enseñanzas, entre las que destaco la siguiente: las vírgenes tiene culos horribles, pechos caídos, y son más comunes (en NY por lo menos) que las rosquillas en la alacena de Homero.

Trailer

Tim Kincaid, el director, luego de este engendro y otro más interpretado por Lou Ferrigno, se dedicó a filmar videos porno gay. Perdón Coppola, perdón Kurosawa, perdón Welles, perdón a todos los grandes directores por la nota que le pongo a esta película, pero a veces el despropósito cuenta más que una buena historia. ¡Y esta basura es de no creer!



¡ASÍ SÍ!: Desnudos gratuitos, monstruos de goma, e interpretaciones que dejan a Steven Seagal como un maestro actor.

¡ASÍ NO!: ¡Termina la película y la doctora no se saca ni la bufanda!




Ficha IMDB

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