Con 22 años y luego de finalizar el servicio militar, ingresa en la Escuela de artes Industriales de Winterthur. Corría el año 1962. Durante los siguientes cuatro se formaría cultural y artísticamente, eligiendo para su trabajo final el diseño de una estación de ferrocarriles, con descansos y baños incluídos. Fue una etapa muy productiva, que aprovechó para adentrarse de a poco en los círculos artísticos de Zurich y conocer las diversas corrientes estéticas europeas.
Ya recibido de Diseñador industrial y arquitecto de interiores, título que no le ayudaría para nada en lo profesional (los logros conseguidos fueron gracias a sus contactos y no a su diploma), lo contrata el artista suizo Andreas Christen para trabajar en su estudio. Paralelo al dibujo de planos y diseño de muebles de oficina, desarrolla las primeras series personales, influenciadas por sus lecturas de Freud y el mundo de los sueños y desarrollando las primeras bases de la biomecánica.
“Una comilona para el psiquiatra”, dibujadas a tinta en formato DIN A4, fue una serie que surgió luego de varios meses de registrar los sueños y tratar de analizarlos. Su obsesión llegó al punto de tratar de conseguir sueños lúcidos, influyendo sobre ellos antes de acostarse.
Pero no todo era dibujo. Durante los veranos de 1966 a 1969, mientras vacacionaba en Tesino (parte de la llamada suiza italiana), experimenta con la escultura utilizando como materia prima un producto que descubrió durante sus años de estudio: el poliéster. El resultado serán criaturas biomecanoides, el Bebé Maleta, y El Mendigo, entre otras. La humedad del taller que utilizaba para modelar le provocó un reumatismo permanente, que por esa época trataba de paliar dándose baños en un lago cercano.
La primera exposición la realizó en 1966, tras alquilar un sótano de la galería Benno. Sus dibujos y esculturas compartían el espacio con libros, postales y motivos africanos. No pudo vender ni una obra. La siguiente oportunidad la tuvo en la galería Klostermauer, en Saint Gall. Esta vez la prensa suiza se fijó en su trabajo y obtuvo críticas positivas. Posteriormente expondría su Máquina Paridora en un homenaje colectivo de 21 artistas al Che Guevara, en la galería Stummer & Hubschmied.
Entre 1969 y 1971 experimentó con la pintura al óleo, técnica que aprendió de forma autodidacta, y que abandonó por resultarle demasiado lenta. Muchas de las obras de esa época se perdieron, probablemente tiradas a la basura por empleados del teatro donde estaban almacenadas.
Li Tobler fue el primer gran amor de su vida. La conoció en 1966, cuando ella estudiaba teatro en Zurich. Un año después se mudaron junto a su amigo Paul Weibel a una buhardilla abandonada repleta de insectos y goteras. Es aquí donde la relación sentimental entre ambos se establece definitivamente. Pero el idilio sufriría altibajos importantes. Li era una persona inestable, depresiva, y debido a sus compromisos actorales e impulsos caprichosos, abandonaba a Giger por largos períodos de tiempo. El artista pintó infinidad de veces su rostro, facciones y cuerpo, obnubilado por su belleza e imponente personalidad. Li se suicidó de un disparo en la cabeza en el año 1975, víctima de una definitiva recaída depresiva. Tenía 27 años.
Li II, 1974, acrílico sobre papel/madera, 200 x 140 cm
Como siempre, pueden acceder a la versión ampliada de todas las imágenes haciendo clic sobre ellas. En la próxima entrega, Giger arriba a Hollywood de la mano de Duna y Alien.
Fuentes: HR Giger ARh+, El mundo de Giger (Carlos Arenas Orient, Universitat de Valencia), www hrgiger com
Fuentes: HR Giger ARh+, El mundo de Giger (Carlos Arenas Orient, Universitat de Valencia), www hrgiger com
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