Setiembre es un buen mes para empezar a revisitar clásicos, algo que mi estimado público viene pidiendo. Pero tal iniciativa generó unos cuantos dilemas que me obligan a hacer el siguiente descargo.
No es fácil meterse con obras que son mencionadas en cuanto tratado de cine de género existe, con fanáticos acérrimos desparramados por el mundo que no aceptan cuestionamientos de ninguna clase.
¿Es válido calificar a este tipo de films? Si ya es complicado ser objetivo con lo moderno, con lo antiguo la cosa se complica aún más. A la presión mencionada sobre el dimensionamiento dado por la propia historia y los seguidores, se suma el valor emocional que poseen para cada persona.
Esta tarea también obliga a emprender un viaje mental en el tiempo y contextualizar la obra, cosa que se consigue luego de haber visto y leído mucho sobre la producción de ese período e incluso anterior.
Además, ¿debemos considerar a los clásicos como obras perfectas, exentas de fallas o con derecho a minimizarlas?
Consultando con mi deshecha almohada, he decidido que vale la pena ponerle puntaje a estas obras. Es más, sin pelos en la lengua “mataré” a más de una, sencillamente porque no sé cómo llegaron a adquirir ese estatus. La base tiene que ver con que no necesariamente una película debe ser de 5 neuronas para llegar a ser clásica, y que grandes méritos no tienen que ocultar grandes defectos. Los criterios tendrán en cuenta la originalidad, los aspectos técnicos y la historia, considerando los parámetros estilísticos y los recursos de cada época. Y claro, también evaluaré cómo soportó el paso del tiempo. Considero haber visto y leído bastante (aunque nunca es suficiente) como para emprender esta tarea y hacerlo medianamente bien.
Así las cosas, los próximos comentarios estarán dedicados a dos “clásicos” de la ciencia ficción, uno realmente bueno, y otro que será despedazado en infinitos fragmentos. ¡Estén atentos!
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