“Cómo el Grinch robo la Navidad” (How The Grinch Stole Christmas) fue una obra infantil escrita en 1957 por el norteamericano Theodor Seuss Geisel, más conocido como Dr. Seuss. Utilizando una métrica de cuatro unidades rítmicas, gran parte de su obra es prácticamente intraducible ya que resulta inevitable la pédida de las rimas. Fue importante también su labor como ilustrador, dedicándose durante la segunda guerra mundial a la publicación de caricaturas políticas donde criticaba a Hitler y al racismo contra negros y judíos, y siempre mostrando una simpatía evidente al presidente Roosevelt.
El personaje del Grinch alcanzó popularidad gracias a la adaptación animada que hizo el mítico Chuck Jones en 1966 y que es considerada todo un clásico. En el 2000, el director Ron Howard (El código Da Vinci, Una mente brillante, Apolo 13, Cocoon) la llevó al cine con actores reales, poniendo a Jim Carrey a la cabeza del elenco, y con un resultado bastante discutible.
Los Quién son un pueblo de ávaros, envidiosos y consumistas personajes que viven en un copo de nieve. Tiempo atrás recibieron en la villa a un bebé de características diferentes: un peludo, travieso y verdoso niño al que denominaron Grinch. Enamorado de la chica más bella de su clase, intenta declarársele para Navidad, pero lo único que recibe es la burla despiadada de sus compañeros. Decide entonces recluirse en una montaña cercana, en compañía de un perro, y odiar para siempre a la Navidad y a los habitantes de Villaquién.
En el presente, una niña intentará averiguar porqué el Grinch odia tanto esas fechas y se acercará a él, a pesar del insistente rechazo de la criatura por parecer amable.
Lo primero que llama la atención es la estética de la película, sospechosamente parecida a las obras de Tim Burton, algo que no molesta y que termina siendo lo más destacable del film. Las construcciones llenas de curvas y muy pocas líneas rectas siguen la escencia de los dibujos de Seuss, concepto que también se respetó en el parque temático construido en Orlando, Florida.
La historia, que se despega bastante del libro original, tampoco está tan mal. Los berrinches del Grinch y las torturas a las que somete al pueblo son simpáticas y llegan a sacarnos alguna risa. Como siempre no falta la pavada moralista al estilo americano, pero por suerte llega al final y con hipocresía agregada (el Grinch descubre que el verdadero valor de la Navidad no está en los regalos, pero minutos después no duda en arriesgar su vida para salvarlos de la destrucción; algo parecido ocurre con los habitantes del pueblo que se alegran al recuperarlos).
Pero el principal problema está en el protagonista. Y ojo que no soy de los que odian a Jim Carrey. Me parece un muy buen actor siempre y cuando no se le pida abusar de su extrema gestualidad. Y esto es justo lo que le pidieron que haga acá, sobrecargando al personaje de los tics ya conocidos. Es imposible no ver al actor de La Máscara detrás de la tonelada de maquillaje que debe soportar de principio a fin: no es Carrey interpretando al Grinch, es el Grinch haciendo de Carrey todo el tiempo.
Trailer
De allí las malas críticas que recibió alrededor del mundo, a pesar de haber sido un éxito comercial en su país de origen. De todas formas resulta un pasatiempo agradable, tan ligero como el copo de nieve en el que transcurre la historia.
Como datos anecdóticos: Eddie Murphy y Jack Nicholson (¿?) fueron considerados para el papel principal, y Anthony Hopkins grabó la voz en off en un solo día.
ASÍ SÍ: Narrada con fluidez y sin mucho abuso de moralina navideña.
ASÍ NO: No apta para alérgicos a Carrey. Es increíble que hoy se siga mintiendo tan vulgarmente sobre cómo los niños llegan al mundo.
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