Sam Flynn, hijo del protagonista de la primera parte, Kevin Flynn (Jeff Bridges), ha decidido mantenerse al margen del imperio creado por su padre desde que este desapareciera misteriosamente a fines de los años ochentas. Un mensaje que le dá esperanzas de hallarlo vivo lleva al muchacho hasta el abandonado salón de videojuegos de su progenitor, donde terminará siendo absorbido por el viejo sistema informático. En el renovado mundo digital deberá buscar a su padre, luchar contra CLU 2.0 (su versión digital), sobrevivir a los “juegos” y encontrar el camino al mundo real.
En definitiva, y salvo por los nuevos personajes, la evolución de los viejos, y el obligado cambio de fachada de ese mundo, nos encontramos con la misma historia de hace casi treinta años.
Los rubros técnicos, como era de esperar, son los que sobresalen en el conjunto. Empezando por el 3D, confieso que tenía cierto prejuicio con respecto a su efectividad en películas con abundancia de escenas oscuras. Lo digo por haber experimentado en otros films una desaparición casi total del efecto en las secuencias poco iluminadas. Sin embargo, aquí el efecto de profundidad es más que correcto siempre que es aplicado (cuando Sam ingresa al mundo digital, porque en el mundo real la película exhibe el tradicional 2D).
Para recrear a CLU 2.0 se utilizó un Jeff Bridges generado por computadora y que luce como el actor con 20 años menos. Y aunque los rostros moldeados por CGI todavía tienen que eliminar cierta rigidez que los delata, el avance es sencillamente asombroso.
Las escenas de acción mantienen la atención, aunque no aprovechan al máximo el potencial del 3D. Destaco principalmente la carrera de las lightcycle (motos de luz), exitante y muy bien editada, pero hubiese deseado más tomas subjetivas desde el interior de los vehiculos a fin de incrementar la sensación de vértigo.
Acompañan a Jeff Bridges el joven actor Garret Hedlund como su hijo Sam, y la actriz Olivia Wilde (vista en la serie House) como Quorra, una habitante del mundo digital y la única que aporta calidez a un film cargado de frialdad. Repite su papel Bruce Boxleitner como Alan Bradley, el desarrollador de Tron.
Aunque está pensada para entenderla sin haber visto la primera parte, recomiendo ver aquella para no perderse de disfrutar esos guiños que siempre son bienvenidos.
Fiel al clásico (que no es poco en esta época de remakes infames), la película resulta no obstante un entrenimiento liviano que reafirma la falta de compromiso creativo del cine estadounidense de esta última década. Entretiene, a pesar de un aburrido segmento hacia la mitad de la historia, pero no llega a revolucionar como la primera parte. Se utilizaron nuevas tecnologías (cámaras especiales como las incorporadas en cascos o con chips de 35 mm, la interacción entre actor-versión digital de sí mismo con unos cuantos años menos, un 3D mejorado), pero para el ojo del espectador común estos avances apenas saltan a la vista.
¡ASÍ SÍ!: Un efecto 3D bien aprovechado. Muy buenos momentos de acción. Un logradísimo Clu 2.0. La música de Daft Punk. Y Olivia Wilde.
¡ASÍ NO!: La historia casi calcada que ya conocíamos (entrada accidental, juegos, huída hacia el sitio de extracción). Sospechosos “homenajes” a Matrix, Blade Runner, y sobre todo, a Star Wars.
1 comentario:
Coincido casi en todo, excepto cuando en la valoración final decís que hay "homenajes" a Matrix... Miraste la primera Tron hace poco... ¿Quién "homenajeó" a quién? De última ladrón que le roba a ladrón... jaja, igual las disfruté con ganas a ambas. ¡Saludos!
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