La historia comienza justo cuando termina la primera. Antes de que lleguen los paramédicos, Chev (un gran Jason Statham) es secuestrado por la mafia china y tras tres meses de recuperación, le extraen el corazón para un transplante ilegal. En su lugar le dejan uno artificial que se pierde potencia a las pocas horas. Al principio, con una batería externa logra evitar que se detenga, pero cuando ésta se rompe deberá recurrir a otras implantadas en el interior de su cuerpo. ¿Cómo procede a cargarlas?. Dándose shocks eléctricos con lo primero que tenga a mano: desde una batería de auto hasta un transformador de los ubicados en plena calle.
Para sobrevivir deberá recuperar su corazón antes de que llegue hasta el líder de la mafia china, recurriendo permanentemente a la autoflagelación eléctrica para no morir en el intento. Y además, unos mexicanos a las órdenes de alguien autodenominado “el hurón” se interpondrán en su camino con fines que se develarán cerca del final.
Regresan muchos de los personajes de la primera parte, entre ellos Doc Miles (Dwight Yoakam), y su novia Eve (Amy Smart). Y sí, antes de que pregunten les confirmo: vuelven a tener sexo desenfrenado en un lugar público con la más ridícula de las excusas, como no podía ser de otra forma. A la vieja troupe se suman Ria (una prostituta cantonesa que busca voltearse a Chelios durante todo el film), Venus (el hermano de Kaylo, muerto en la anterior, y que padece de una enfermedad que le provoca monstruosas convulsiones), y Poon Dong (un anciano chino bastante depravado interpretado magistralmente por un David Carradine irreconocible).
Los excesos golpean al espectador desprevenido desde el principio, utiizando la misma estética de videoclip enfermizo que caracterizaba a la original y acompañada de una acertada banda sonora que acelera aún más nuestros corazones. La cámara apenas se toma descanso durante la hora y media de película: corre con Chelios, se cae con él, tiembla con las descargas que recorren su piel. Y si decimos que la acción alcanza ribetes lisérgicos no solamente estoy utilizando un lindo adjetivo para reforzar la frase. Cada descarga le pega tanto o más que una dosis de LSD. Porque lo enloquece, lo transforma en un superhumano que corre más rápido que un ser humano normal y hasta le provoca poderosas alucinaciones.
Si pensaban que Chev y Eve llevaban una vida sexual convencional, esperen a ver lo que hacen frente a un público ávido de emociones
Tanta locura dá lugar a escenas antológicas, como la de sexo en medio de una carrera de caballos, o el talk show que ahonda en la infancia de Chelios, o la pelea en la central eléctrica, excitante homenaje a las películas de Godzilla y otros monstruos gigantes japoneses. Los directores Neveldine y Taylor cortan en pedacitos el sentido común del espectador a tal punto que no importa que alguien se arroje de un helicóptero a más de 40 metros de altura, rebote contra un auto, se estrelle contra el pavimento, y sobreviva.
Trailer
¡ASÍ SÍ!: Se transpira adrenalina de principio a fin. Contundente lavado de cara al cine de acción, provocativo, al límite.
¡ASÍ NO!: Ustedes dirán. Yo le perdono todo.
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