Durante una maniobra ferroviaria, un tren con 39 vagones cargados de combustible y químicos altamente inflamables parte con rumbo incierto, sin conductor y con los frenos automáticos desconectados. Acelera a cada minuto circulando por una vía sobre la que avanzan en dirección contraria otras formaciones: una repleta de insoportables niñitos y otra a cargo de un veterano ingeniero (Denzel Washington, el nuevo actor fetiche de Tony), y un joven conductor novato (Chris Pine, el Kirk de la última Star Trek). No solo las colisiones representan una amenaza mortal, pues en el camino del imparable “misil” hay curvas pronunciadas que dan a pueblos que pueden sufrir con el descarrilamiento y la explosión en cadena de los vagones. Rosario Dawson es la jefa de la playa de maniobras donde se originó el desastre, y que mediante la radio guiará a los dos conductores antes mencionados en sus intentos por detener al monstruo de 800 metros de largo.
La impresión que tuve con esta película fue la de estar viendo una de acción como las que solían pasar los fines de semana por la tele hace algunas décadas atrás. Una del género catástrofe como las que se hacían en los setentas, pero con el ritmo y los recursos técnicos del siglo XXI. Simple, directa, pensada sólo para entretener.
Como se aclara desde el comienzo, está inspirada en un evento real. El 15 de Mayo de 2001, en Ohio, un tren cargando materiales químicos tóxicos se salió de control y todos los medios estuvieron pendientes de esta locomotora de 47 vagones avanzando a más de 82 kilómetros por hora.
Olvidémosnos de subtramas dramáticas y conflictos personales fuertes. Aquí hay algunos, pero son tan intrascendentes que parecen haber sido puestos por obligación para teñir de humanidad a los protagonistas.
Lo único que importa es la acción, y Scott la despliega con maestría. Usando la música con precisión, manteniendo el interés casi desde el primer minuto sin fisuras, eligiendo los mejores planos para sobredimensionar lo que pasa (el rodaje apenas usó efectos digitales, por lo que representó importantes problemas logísticos al filmar sobre trenes en movimiento o provocando colisiones reales),
Hay puntos flacos, por supuesto. La cobertura periodística, helicóptero mediante, es poco creíble. Las actuaciones están limitadas por la simpleza del guión, la verosimilitud en ocasiones amenaza con descarrilar junto al tren, y algunos personajes y situaciones siguen con fidelidad los estereotipos propios de los telefilmes más básicos. Pero poco le importará todo esto al que busque un pasatiempo impecable, porque Imparable es un gran homenaje al cine de acción clásico. Rubro en el que Tony parece sentirse cómodo y del que no debería alejarse porque lo hace realmente bien. A la gente que, como en mi caso, disfrutamos del cine en todas sus variantes (con contenido social, sólo pasatista, o barato pero con onda), les hará pasar un frenético rato de imprescindible intrascendencia.
¡ASÍ SÍ!: Dirección magistral. Cada vez que veo un tren no puedo evitar recordar esta película.
¡ASÍ NO!: Los personajes no fueron prioridad de los guionistas.
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