El origen
A finales de los años 30, mientras dirigía una obra teatral protagonizada por una alemana que había desoído el llamado de Hitler para que volviera a su país natal, aprovechó este hecho para hacer creer que la muchacha estaba en peligro de muerte. Entre las cosas que se cuentan (nada ha sido confirmado), el mismo Castle habría arrojado ladrillos contra las ventanas del teatro y pintado svásticas en su exterior para aumentar la sensación de peligro. La obra fue un éxito.
Macabre (Macabro, 1958)
Su primera película de género consiguió recaudar más de un millón de dólares gracias a un truco publicitario que se aprovechaba del morbo del público. Se aseguraba que el film era tan terrible que la compañia Lloyds of London ofrecía un seguro de vida de 1000 dólares a todo aquel que muriera de espanto durante la proyección. Por supuesto nunca hubo que pagar el seguro: a cambio el nombre de Castle empezó a hacerse conocido.
House on Haunted Hill (La casa de la colina embrujada, 1959)
Para ésta prometía que los fantasmas saldrían de la pantalla, haciendo el terror más realista. El efecto fue denominado “Emergo”, y consistía en...¡hacer volar un esqueleto de plástico sobre los espectadores! El plot decía que “la emoción volaría directo hacia la audiencia”. Y algo de esto pasaba. De una caja oculta junto a la pantalla salía un esqueleto luminoso que era arrojado por sobre la gente.
The Tingler (El aguijón de la muerte, 1959)
Otro film, como el anterior, protagonizado por Vincent Price. La consigna era bastante extraña. Un científico descubre que, cuando sentimos miedo, un extraño organismo crece en la base de la médula y provoca un temblor incontenible en todo el cuerpo. La única manera de combatirlo: gritar, gritar con todas nuestras fuerzas. ¿Qué hizo Castle? Algo increíble, fantástico, insano. Promocionado como “Percepto”, electrocutó algunos asientos del cine. A la mitad de la proyección las luces del cine se apagaban, las butacas empezaban a dar pequeños choques eléctricos, y Vincent Price decía “Griten, griten por sus vidas, el monstruo está suelto en este cine”. Simplemente maravilloso. Este sistema no obstante trajo algunos problemas (según como se vea): hubo un caso de un espectador enojado que empezó a romper el cine, y otro en el que, con la película fuera de cartel, el proyectorista seguía utilizando las descargas eléctricas por pura diversión. Se proyectaba Historia de una monja, con Audrey Hepburn.
13 Ghosts (13 fantasmas, 1960)
Menos violento fue el efecto “ilussion-o” creado para 13 fantasmas. Con la entrada se entregaban unos lentes “sobrenaturales” de celofán rojo y azul. El espectador podía elegir ver o no a los fantasmas (fotografiados en azul): rojos para verlos, azul para que desaparecieran. Los actores usaban unos similares en distintos tramos de la película, indicando los momentos en que debían ser utilizados.
Los fantasmas, aún sin lentes, podían verse como formas transparentes
El visor de fantasmas. Para apreciarlos con nitidez, había que mirar por el celofán rojo
Mr. Sardonicus (1961)
Este film permitía elegir el final mediante el “Punishment poll”, o votación de castigo. Sobre la mitad del film, el mismo Castle aparecía en la película y pedía que el público subieran o bajaran el pulgar, indicando si el villano debía ser castigado. A tal efecto se entregaban unos cartones fosforescentes con el dibujo de una mano esgrimiendo el pulgar. Dicen que siempre la gente optaba por el castigo, y que Castle, sospechando esto, nunca había filmado el final alternativo.
Castle en persona dá el veredicto acerca de su obra cinematográfica
Homicidal (Homicida, 1961)
Para ésta creó el “Fright Break”, una pausa cerca del final que permitía a los muy asustadizos abandonar la sala, incluyendo la devolución del dinero de la entrada. ¿Cuál era el secreto para evitar la quiebra? Las personas que optaban por salir debían pasar previamente por el “rincón del cobarde”, y sentarse allí un rato para que todo el mundo los viera. Poca gente aceptó pasar por semejante humillación, y el dinero se quedaba en la caja registradora.
13 Frightened Girls (La espía de mis sueños, 1963)
El film contaba cómo una muchacha descubría un complot comunista, poniendo su vida en peligro. Incluía a trece mujeres que interpretaban a las hijas de diplomáticos de distintos países. Castle organizó un concurso internacional para elegir a las 13 muchachas del título, y jóvenes de Francia, Japón y hasta Argentina (la ganadora se llamaba María Cristina Servera) fueron elegidas para el rol. Filmó 13 principios diferentes, uno con cada una de las chicas, para ser proyectado en sus respectivos países y hacer creer que ella era la protagonista. En su autobiografía relata como en cierta ocasión tuvo que suspender el rodaje, ya que las participantes de Argentina e Italia habían iniciado una lucha que incluía tirones de cabellos.
Strait-Jacket (Camisa de fuerza, 1964)
Protagonizado por Joan Crawford, este film escrito por Robert Bloch (autor de Psicosis e integrante del círculo Lovecraft) narra la historia de una desequilibrada que mata gente a hachazos (me recuerda a una ex-jefa mía, en cualquier momento la voy a ver imitando a la Crawford). Con la entrada se regalaban hachas de cartón con sangre pintada. Los gimmicks iniciaban su decadencia.
Bug (Invasión infernal, 1975)
Luego de dirigir una serie de comedias olvidables, aplicó por última vez su habilidad comercial en este film que sólo produjo. La historia cuenta la invasión de una corpulentas cucarachas incendiarias, y como golpe publicitario hizo asegurar en un millón de dólares al insecto protagonista, una cucaracha de considerable tamaño de la variedad Hércules, típica de sudamérica. La idea original consistía en colocar plumeros en la base de las butacas para que dieran la sensación de decenas de estos bichos caminando por las piernas de los espectadores, pero los exhibidores consideraron que el film ya era demasiado terrorífico como para asustar más a la gente. “No pude discutir demasiado porque sabía que en algunos de los cines más viejos a lo largo y ancho de América las verdaderas cucarachas caminaban por las piernas de la gente sin costo alguno...” llegó a confesar.
Nota al pie: En la película Matinee, dirigida por Joe “Gremlins” Dante, John Goodman interpreta a un director de cine que rinde homenaje a William Castle. También existe un documental llamado Spine Tingler: The William Castle Story, del 2007. Inencontrable por cierto.
Para más información:
http://cinerastas.com/2007/09/23/el-mago-del-espanto-william-castle/
http://cinemauniverse.blogspot.com/2009/03/william-castle-el-rey-de-los-gimmicks.html
3 comentarios:
El tipo era un grosso!!! El de los asientos electrificados me mató!!!
Y ni te digo el proyectorista, un jodido mal!!!
Por qué tenía que ser la argentina la del bardo, me pregunto...
Más allá de esto, el tipo realmente un genio, el concepto de espectáculo y publicidad integrados es sensacional, una imaginación de lujo...
Un hallazgo para mi, que de este asunto conozco poco y nada... si no fuera por tu blog!!!
Un abrazo.
Este es un extraño, extraño mundo...
Yo de Castle vi en Retro (Como extraño ese Canal: 13 Fantasmas,Homicidio,Caminante Nocturno (The Night Walker,1964) y El Aguijon de la Muerte.
Todas muy buenas,sobretodo El Aguijon.. y Caminante.. un poco menos que las otras..Increible lo de los trucos en el cine y Matinee una gran pelicula, hace mucho que no dirige una el gran Joe Dante.
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