Y llegamos al final de esta serie de figuritas. Cosmos 1999 tal vez no sea la mejor serie de ciencia ficción, siendo la falta de verosimilitud científica su mayor problema (la luna siempre estaba iluminada en el medio del espacio profundo, por ejemplo). Pero marcó a fuego la imaginación de miles de niños de todo el mundo, incluído la de quien escribe. Y el valor sentimental se sobrepone a cualquier crítica racional. No obstante recomiendo su visión a las nuevas generaciones, ya que con todos sus defectos (y virtudes), forma parte de la historia de la ciencia ficcón televisiva.
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