Para promocionar el negocio, los exhibidores clandestinos no contaban con pósters oficiales, por lo que terminaban contratando a artistas locales para que pintaran grandes carteles al óleo sobre sacos de harina de 100x150 cm. Antes de hacer su tarea el pintor solía ver la película, aunque en ocasiones alguien se la contaba a grandes rasgos, y él armaba el póster en base a su propia interpretación.
De esta manera surgieron una gran cantidad de artistas que firmaban con seudónimos tales como Bab’s Art, Ali, Leonardo, Salvation, Dallas, Heavy J o Kwesi Blue. Las obras son magníficas, mezcla de cine moderno y pintura tradicional africana. Con la llegada masiva de los aparatos de video y las emisoras de tv, la producción artesanal de carteles de cine terminó disminuyendo hasta casi desaparecer. Pero hoy nos quedan esos trabajos para disfrute de todos, reflejo de un choque de culturas poco conocido. Gracias a Ignacio por compartir tan interesante información.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario