Y lo hago con esta esperadísima película-homenaje al cine de acción de los ochentas, a cargo de uno de sus principales exponentes: Sylvester Stallone. Sly, con más de sesenta años a cuestas, no se conformó con retomar el rol de actor y director para cerrar las dos sagas que lo hicieran famoso (Rocky y Rambo), sinó que decidió juntar a los máximos exponentes de aquel cine pasatista (odio la palabra “pochoclero”) y ofrecer un festival de viejas glorias como nunca se vió. Y con un argumento tan de derecha como simplón (aunque con la debida cuota de autocrítica para que nadie les salte encima), propio de aquella década habitada por Reagans y Tatchers.
Un grupo de mercenarios es contratado para derrocar a un dictador sudamericano. La misión se saldrá de curso cuando descubran que están siendo utilizados para esconder los trapos sucios de ciertas esferas poderosas del gobierno. Sumado a conflictos que involucran traiciones y vidas inocentes en peligro, la tarea se tornará personal.
Comencemos por las estrellas. Como era de esperar, muchas de ellas se limitan a hacer breves participaciones que influyen más o menos en la trama. Los que protagonizan la historia y acaparan la atención son, por supuesto, el propio Stallone, Jason Statham, la mexicana Giselle Itié, y Eric Roberts como el “americano malo”. Un poco más atrás tenemos a Dolph Lungdren, el sueco que supo encarnar al contrincante más recordado de Rocky, Ivan Drago, en la cuarta parte de la serie. Con diálogos muy limitados y menor trascendencia le siguen Jet Li, Randy Couture y Terry Crews. Mickey Rourke encarna un personaje simpático pero desaprovechado, ya que no forma parte de la acción principal, y Steve Austin, el ex-luchador profesional, se limita a pegar unos golpes sin pronunciar casi palabras. Charisma Carpenter, la recordada Cordelia Chase de la serie Angel, interpreta el papel más intrascendente de la película: sus escenas pasan sin pena ni gloria. Y para el final dejo a Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger. Ambos realizan un cameo que dura menos de diez minutos, pero que resulta lo más entretenido del film, con un diálogo que trasciende el argumento propiamente dicho.
Y hablando de los diálogos debo reconocer que, para el tipo de película que estamos reseñando, son por momentos sabrosos y hasta contribuyen a darle cierta profundidad a los personajes (no mucha, Stallone no es Woody Allen, pero algo es algo). El humor que destilan cada tanto es lo que uno esperaba: a las líneas del trío Stallone-Willis- Schwarzenegger hay que agregarle ciertos parlamentos de Jet Li, burlándose de una particularidad física que no lo deja dormir.
La decepción viene, principalmente, por el lado de la construcción de la historia. Los malos están pobremente delineados, apenas tienen carisma. Es una máxima de cualquier historia que el villano debe superar en casi todo sentido al héroe. Pero en este caso tenemos dos que se limitan a gritar y a hacer caritas y que se desvanecen en sus intenciones. Como que los héroes no quisieron competencia respecto de la atención del público.
Por otro lado, todos esperabamos una historia que parodiara al cine de acción de antaño, con ritmo frenético, exageración, y mucho entretenimiento. Pero ¡ops! , aquí es donde el director y los guionistas quedan en deuda con nosotros. No faltan las explosiones grandiosas, muertes en cantidad y peleas imposibles (aunque se note la escasez de presupuesto). El problema es que lo que anhelábamos está ofrecido con cuentagotas, y la mayor parte de la historia se rellena con escenas de poco interés o acción tradicional. El resultado final sabe a poco y por momentos, lo que es imperdonable, se vuelve tediosa.
Recordemos que se rodó casi en su totalidad en Brasil, y que Stallone generó gran revuelo al expresar que
“Grabamos en Brasil porque allí puedes herir a las personas mientras filmas. Puedes hacer explotar el país entero y encima te dicen: ‘gracias y toma un mono para que te lo lleves a casa’...Podíamos haber hecho explotar varios edificios y todos se habrían quedado contentos. Incluso habrían traído perritos calientes para aprovechar el fuego... Los policías allí usan camisetas con una calavera, dos armas y una daga clavada en el centro. ¿Imaginan que los policías de Los Ángeles usaran eso?”. Por supuesto que luego pidió disculpas, aunque no creo que los brasileños se las hayan aceptado.
Trailer
El productor Avi Lerner estaría trabajando en una secuela. Los nombres que se barajan para la segunda parte incluyen a Jean-Claude Van Damme, Kurt Russell, Mr. T, Hulk Hogan y Steven Seagal. No se sabe si alguno de ellos aceptaría participar.
¡ASÍ SÍ!: Semejante reunión merece una oprtunidad.
¡ASÍ NO!: No es el entretenimiento que debería haber sido.
1 comentario:
Su servicio no solicitado de acotaciones le arrima un dato que El Caminante debe conocer y si no, apreciará.
Sin entrar en consideraciones con respecto a la burrada (pienso en Beavis -o Butthead- diciendo "Uh, una calavera, cool, uh"), le cuento que los policías brasileños que portan esa insignia no son, digamos, el vigilante de la esquina.
Esos tipos son los del BOPE (¿se los habrán puesto de guardaespaldas?) una unidad especial de la policía de Río de Janeiro que suele actuar en las favelas y son bravos, bravos...
Más información:
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalh%C3%A3o_de_Opera%C3%A7%C3%B5es_Policiais_Especiais
(info básica)
http://www.boperj.org/
(sitio oficial-en portugués-merece una ojeada manito)
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