Cuando uno habla de la obra que dió origen al mito moderno del vampiro, el del muerto viviente que seduce a su víctima y le clava los colmillos en el cuello para beber su sangre, se remite invariablemente al Drácula de Bram Stoker. En realidad hay una obra anterior que ya establecía muchas de las pautas conocidas gracias al cine y que el propio Stoker usó como inspiración: Carmilla. Esta novela corta fue escrita en 1872 por Joseph Sheridan Le Fanu, autor irlandés de cuentos y novelas de misterio, y que expone la relación amorosa que se establece entre la vampira del título y Laura, la hija de un rico noble austríaco. Debido a lo tabú del tema, la obra tardó mucho en ser adaptada al cine y al teatro. Finalmente se hizo, y hoy podemos encontrar diversidad de películas que, inspirándose mucho o poco en ella, tocan el tema del lesbianismo en el vampirismo. Estos son cinco ejemplos.
Las Amantes Vampiro (The Vampire Lovers, 1970)
La gran recomendada de hoy, y por varios motivos. Es una producción Hammer. La dirigió Roy Ward Baker (aunque mi favorita de este director siga siendo Quatermass and the Pit, 1967). Adapta la obra de Sheridan Le Fanu, Carmilla, con bastante precisión. Y trabajan dos glorias del cine de terror inglés, Ingrid Pitt y Peter Cushing. La historia narra cómo la última sobreviviente de una familia de vampiros se las apaña para ser acogida en las mansiones de ricos personajes del siglo XIX. El objetivo no es otro que beber la sangre de jóvenes doncellas, sin importar si son de alta sociedad o simple criadas. Fue el primer film de la Hammer en abundar en los desnudos, tratando de superar la inevitable decadencia del estudio ante la competencia impuesta por las producciones eróticas de terror de los países vecinos. Los vampiros del film reaccionan como los chpasangres clásicos: odian el ajo, las cruces los espantan y mueren con la estaca en el corazón y decapitadas. Pero también Carmilla se maneja a la luz del día, se transforma en gato, y no sólo muerde cuellos: también tetas.
Las Vampiras (Vampyros Lesbos, 1971)
Considerada en el presente una película de culto, Las Vampiras fue una coproducción germano-española dirigida por el madrileño Jesús Franco. Jess es reconocido mundialmente por sus producciones baratas, bizarras y con intensa carga sexual. En este rarísimo film cuenta como Linda, una agente inmobiliaria, sufre sueños donde es acosada por una enigmática mujer. Que no es otra que la condesa Nadine, transformada en vampira por el propio Drácula, y con quien se encuentra al intentar cerrar un negocio millonario en su isla privada. El film se caracteriza por castigarnos con una música insufrible (compuesta por el propio Jess), las imágenes oníricas (tan graciosas como ridículas), actuaciones imposibles (el único que se salva es el escorpión), la sangre hecha con tintura de uñas, y por las escenas de sexo (con mucho desnudo y toqueteo) que Franco coloca estratégicamente cada vez que la historia se va a pique. Entre las licencias que se toma el director están las de la condesa bronceando su cuerpo al sol, inmunidad ante los crucifijos, muy poco colmillo, y la forma en que mueren estas criaturas: partiéndoles el cerebro con objetos punzantes o a hachazos. Recomendada para los que disfrutan de películas malas malas (como yo).
El rojo en los labios (Daughters of Darkness, 1971)
Una coproducción Belga-Alemana de tintes bien europeos: fría, lenta y muy hablada, donde aparentemente no pasa nada y sin embargo mantiene la atención hasta el final. Stefan y Valerie son una pareja recién casada que queda varada en un hotel aislado del mundo, en el corazón de Bélgica. Son los únicos inquilinos hasta que aparecen la condesa Elizabeth Báthory y su joven “secretaria”. El nombre no es casual, ya que guarda directa relación con el personaje histórico del siglo XVI: esa que asesinaba jovencitas para bañarse en su sangre y mantenese eternamente joven. Nada más que aquí se fusiona con el mito vampírico, aunque nunca veamos colmillos y apenas se la muestre bebiendo sangre. Hay pechos al aire, intercambio de parejas, y escenas lésbicas muy, pero muy, sugeridas. Muy bueno el trabajo de Delphine Seyrig como la condesa. El resto no me animo a calificarlo. Les dejo a ustedes esa tarea y advierto que contiene dos de las muertes más ridículas de la historia del cine.
El ansia (The Hunger 1983)
David Bowie y Catherine Deneuve interpretan a una pareja de vampiros que frecuentan boliches bailables en busca de víctimas. Él sufre una rara enfermedad asociada a transtornos del sueño y que le provoca un envejecimiento prematuro. Aunque la situación es irreversible, acude buscando la ayuda de una doctora especializada en el tema, y que es interpretada por Susan Sarandon. Al principio no le cree nada, pero con el correr del film sucumbe bajo el hechizo de Deneuve, que busca un reemplazo para su amante agonizante. No hay colmillos largos (que se vean por lo menos) ni capas bajo la luz de la luna. Sí hay anteojos oscuros y un colgante egipcio para abrir yugulares. La película se hizo conocida, sobre todo, por las escenas lésbicas entre Deneuve y Sarandon, dos estrellas importantes que se animaban a besarse y tocarse sin pudor para la pantalla. Basado en un libro de Whitler Strieber, el film tiene el estilo de un larguísimo videoclip saturado de estética glam ochentosa: neones por doquier, luces azules hasta en los baños, y raros peinados nuevos. La dirigió Tony Scott, el hermano de Ridley, antes de volcarse a géneros más comerciales (dirigiría posteriormente Top Gun (1986), Beverly Hills Cop 2 (1987), Days of Thunder (1990), y Man on Fire (2004) entre otras). De una lentitud exasperante y muy pretenciosa, es una película que no obstante hay que ver, sobre todo por los tres actores principales y para revivir la recargada (pero encantadora) estética de los ochentas. Bela Lugosi's dead, Bela Lugosi's dead...
Lesbian Vampire Killers (2009)
Jimmy y Fletch son dos perdedores que, en el afan de tomarse unas vacaciones improvisadas, acaban en un pueblito perdido en el tiempo llamado Cragwich. Un pueblito que desde tiempo inmemorial padece la maldición de Carmilla: todas las jovencitas, al cumplir 18 años, se transforman en sedientas vampiras lesbianas. Con la ayuda de una estudiante de leyendas locales y un sacerdote cuya hija está por alcanzar la edad legal, intentarán frustrar el renacimiento de la reina de las chupasangres. El film, de origen británico, es entretenido. Las chicas son como modelos de Playboy. Y cada tanto podemos reirnos con algún chiste. Hasta aquí, todo bien. Pero cuando esperamos un poco de sangre, nos encontramos con...una explosión de semen. O algo que se le parece, ya que al morir las chicas estallan liberando enormes cantidades de una sustancia blanca y pegajosa. Bueno, la falta de sangre se perdona, diremos, porque lo importante aquí es el sexo que promete el título, ¿no? ¿Sexo dije? ¡Horror! Las chicas no solo no muestran nada de carne, sino que además parecen integrantes de alguna liga cristiana de niñas bien: apenas un besito tímido y algún que otro abrazo dado con recelo. Como si el objetivo del director Phil Claydon fuera triunfar en el prime time del Disney Channel. Una burla al inocente espectador. ¡Una estafa!
2 comentarios:
Revisando su archivo encontré que en esta selección no mencionó la muy recomendable "Vampyres / Las hijas de Drácula" (1974), de José Ramón Larraz. Si no la vió...lo envidio. Salud.
La conseguí hace muy poco y todavía no la ví. Como no me gusta que me envidien, el fin de semana la miro.
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